25 noviembre, 2006

Almendrados tus ojos

... bellos ante los míos, desprendieron lágrimas de amor que cayeron en mi pecho una noche de otoño, esa belleza no merece limpiar de esa forma los cristales con que me miras, ni humedecer el lecho que te alberga con tanta pasión.
Para tan sinceros sentimientos abrazos y besos no bastan, no demuestran lo que mi corazón siente con tu presencia, un corazón que fue dañado a través de los años, y que tu ser, el tiempo y el aire renovado han ayudado a sanar, para que la amargura se desvanezca completamente.
Mi cuerpo vive con tus deseos, admiración intensa que brota espontánea por tus jóvenes venas, vive para albergarte cálidamente, así nos compenetramos en un viaje eterno, sin importar día o noche, invierno, verano, soledad o compañías.

La energía emana para volver a introducirse en mi corazón y quererte con más ganas, a ti, chiquitito que me conquistaste con tu inmenso cariño y como amante nuevo supiste encontrar mis debilidades y fortalezas para hacernos uno, sin miedos, en cada encuentro hasta ahora.
Rabias y pesares no son suficientes para cerrar mi alma ante tus ojos, que daría por ser más paciente y que de mi boca no escapen males hirientes, que daría por entender tu pensar y tú el mío y hacer uno nuevo para pertenecernos a través de los años diciéndote una y otra vez te quiero amor mío.